Hay que administrar el sueldo. Eso es, para una vida financiera feliz, innegociable. No obstante, sin importar cuánto dinero ganes, también hay una parte menos matemática… y más emocional del salario.
¿El salario tiene corazón? No. ¿Tiene sentimientos? Menos… Pero cuando leíste “emocional”, es haciendo referencia a que a veces se suele olvidar cómo llegaste a ese puesto. En la mayoría de los trabajos que una persona obtiene lo hace por ayuda de otra, ya sea directa o indirectamente.
En ese sentido, además de distribuir tu sueldo en gastos fijos, ahorros e inversión, también es bueno incluir de vez en cuando esa parte de agradecimiento: retribuir a las personas que te ayudaron a llegar allí. Pueden ser esas que te dijeron “oye, aplica a este trabajo”, al que te refirió o a quien te dio esos tips para un buen diseño gráfico del curriculum.
Para esto, puedes tomar porcentaje de otras partes de tu salario como el entrenamiento y establecer de vez en cuando un 10% para agradecer. Y ojo, NO tiene que ser un obsequio de lujo: dulces, chocolates, utensilios para la oficina, un cojín diferente o una merienda personalizada.
En este grupo de personas puedes considerar a los que más te han ayudado en todo: tus padres. También, si simplemente no tienes a quién agradecer directamente, puedes solo ser agradecido ayudando a otros: aporta a una causa, dona o regala un almuerzo a una persona de escasos recursos.
Haz que tu sueldo, también pueda convertirse en algo que lleve sonrisas a diversas caras.